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Asesinos AlienГgenas
Stephen Goldin
Glendys Dahl
TEKTIME S.R.L.S. UNIPERSONALE
Deborah Rabinowitz es una agente literaria. Ella viaja a mundos alienГgenas mediante realidad virtual y vende los derechos para publicar libros terrestres en otros planetas. Pero cuando un alienГgena es asesinado justo ante sus ojos, no hay forma en la que ella pueda evitar involucrarse y resolver el asesinato. Luego, cuando una vieja amiga es acusada de homicidio en un mundo diferente, Deborah debe resolver ese homicidio tambiГ©n.
ASESINOS ALIENГЌGENAS
por Stephen Goldin
Publicado por Parsina Press (http://www.parsina.com/)
TraducciГіn publicada por Tektime (http://www.traduzionelibri.it/)
Asesinos AlienГgenas, Copyright В© 2009 por Stephen Goldin. Todos los Derechos Reservados.
TГtulo original: Alien Murders
TraducciГіn: Glendys Dahl
La Cumbre de la Intriga, Copyright В© 1994 por Stephen Goldin. Todos los Derechos Reservados. Publicado originalmente en Analog Magazine.
La Espada Intacta, Copyright В© 1998 por Stephen Goldin. Todos los Derechos Reservados. Publicado originalmente en Analog Magazine.
Copyright de la imagen en portada: Steve Johnson | Dreamstime Stock Photos.
Tabla de Contenidos
La Cumbre de la Intriga (#u96c8bbb0-b5b8-528c-92a7-48628e74334d)
La Espada Intacta (#litres_trial_promo)
Acerca de Stephen Goldin (#litres_trial_promo)
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(#litres_trial_promo)LA CUMBRE DE LA INTRIGA
Rabinowitz ni siquiera habГa abierto sus ojos cuando el telГ©fono sonГі. “Alguien es endemoniadamente maleducado,” murmurГі, y luego dijo mГЎs fuerte, “TelГ©fono: sГіlo suena. ВїHola?”
Una voz masculina poco familiar le dijo “¿Es usted la señorita Debra Rabinowitz?”
“Dé-BOR-ah,” dijo ella instintivamente. “La difunta Deborah Rabinowitz. ¿Hay algún problema, Inspector?”
Hubo una pausa. “¿Cómo lo supo?...” “oh, porque ingresé en su código p.” “Muy astuta, señora.”
“Los cumplidos sólo deberán enviarse por la entrada de la servidumbre. Espero que esta llamada merezca anular el código de privacidad de un contribuyente ordinario.”
“Bueno, creo que asГ es, seГ±ora. ВїLe importarГa si paso por su casa?”
“¿FГsicamente?”
“SГ, en persona, eso es lo que estaba pensando.”
“Llame de nuevo dentro de doce horas. Estoy segura que mi cadáver ya se habrá despertado para ese momento.”
“Pensaba mГЎs bien en algo como en unos cinco minutos. Justo ahora estoy cruzando la BahГa.”
“¿Cinco minutos? ¿Tiene una autorización?”
“Bien, verá usted, esperaba evitar una relación antagónica en esta fase del proceso.” Hizo una pausa. “¿Necesitaré una autorización?”
“Cinco minutos,” suspiró Rabinowitz. “Teléfono: apagado.”
Estrujó sus ojos para forzarlos a abrirse, luego volteó su cabeza para mirar el reloj. 2:14 PM. No era una hora descabellada para quienes se apegan a los horarios locales de la Tierra. “La zombie se mueve,” dijo con otro suspiro, al tiempo que rodaba su cuerpo quejoso hacia afuera de su cama de agua.
Se tambaleó desnuda hacia el baño, orinó, y luego pasó un cepillo por su cabello castaño, afortunadamente corto. Miró hacia la caja de maquillaje y se encogió de hombros. “Sin maquillaje. Las zombies no usan maquillaje; va contra las normas de la unión.”
Hubo mГЎs tambaleos al regresar a su habitaciГіn. AbriГі la puerta del armario. MirГі fijamente hacia el armario durante tres minutos sin moverse. El timbre sonГі.
“Puntualidad. El duende maligno de las pequeñas mentes. No, es la coherencia. Intercomunicador: sólo sonido, puerta frontal. Sólo un minuto. Le atenderé en un momento. Intercomunicador: apagado.”
Tomó un recatado vestido amarillo y blanco y lo deslizó sobre su cuerpo, que de otra manera hubiese quedado desnudo. Casi desnuda, bajó por las escaleras apoyada fuertemente sobre la baranda y murmurando, “¡Aquà de verdad hay golpes de puerta! Si un hombre fuese portero de la puerta del infierno, debió haber pasado la llave.” En el momento en que ella llegó al final de las escaleras, presentó una justa imitación de conciencia.
AbriГі la puerta para confrontar a un hombre excesivamente prolijo, que lucГa un traje de fina hechura. Puede haber tenido treinta y pocos aГ±os, pero era difГcil decirlo en un asiГЎtico. A pesar de la brisa vespertina, ni un cabello de su cabeza estaba fuera de lugar.
“¿Srta. Rabinowitz?” preguntó él, viéndola con una mirada muy apreciativa.
“SГ. Eso establece una de nuestras identidades.”
“Disculpe, señora. Soy el detective William Hoy. ¿Puedo entrar?”
“¿SerГa de poca categorГa insistir en pedirle alguna identificaciГіn formal primero?”
“En lo absoluto. Fue de mala educación por mi parte no habérsela ofrecido en primer lugar.” Su mano se deslizó con un movimiento natural adentro del bolsillo interno de su chaqueta y emergió con una tarjeta de identificación y una credencial. Rabinowitz tuvo que entrecerrar sus ojos para leerla en el sol brillante de la tarde.
“¿Interpol?” Levantó una ceja con curiosidad.
“Correcto, señora. ¿Puedo pasar?”
“Sólo si promete no llamarme �señora’ de nuevo. Me siento suficientemente anciana esta ma… tarde.”
“EstГЎ bien.” El detective Hoy entrГі. “Me gustarГa agradecerle por atenderme con tan poca antelaciГіn.”
“Usted me dio la sutil impresiГіn de yo que tenГa pocas opciones. SГgame, por favor. Espero me disculpe por el estado de las cosas. Las personas rara vez me visitan personalmente.”
“No trabajo en la revista Casas Glamurosas. Sin embargo, su casa es bastante ostentosa desde afuera.”
“Gracias. Tiene mucho más de doscientos años de antigüedad. A la elite del San Francisco victoriano le gustaba construir sus viviendas de verano aquà en Alameda.”
Lo condujo hacia la sala de estar y le ofreciГі tomar asiento. Г‰l se sentГі en el sillГіn de la izquierda mientras ella se acomodГі detrГЎs del amplio escritorio antiguo. El escritorio, al menos, no estaba demasiado desordenado.
Él observó con aprecio los estantes que lo rodeaban. “No creo haber visto tantos libros impresos juntos en un mismo lugar.”
“LlГЎmele afectaciГіn. Escuche, normalmente soy genial en conversaciones breves, pero la fatiga me hace atГpicamente impaciente. SГіlo he tenido dos horas de sueГ±o tras haber girado por toda la galaxia durante las anteriores treinta y seis horas. Usted no vino aquГ para discutir sobre mi casa o sobre mi biblioteca. Ninguna de las dos es asunto de la Interpol. Por favor, dГgame para quГ© estГЎ aquГ.”
Hoy sonriГі. “Y dijeron que usted era difГcil. вЂ?Es hija de un diplomГЎtico, llena de evasiones y medias verdades.’ Me gusta una persona que comparte sus pensamientos.”
“HablarГ© muchГsimo mГЎs sobre eso si no llega al punto.”
“SegГєn la compaГ±Гa telefГіnica, usted ha girado muchas veces hacia el planeta Jenithar en los cuatro meses anteriores. Particularmente a la oficina de Path–Reynik Levexitor.” AgitГі su cabeza. “Chico, seguramente eso es un trabalenguas.”
Él miró a Rabinowitz. “Bien, eso es cierto, ¿no es as�”
“Soy estadista, aunque amiga de la verdad. EstГЎ lejos de mГ el discutir la veracidad de la compaГ±Гa telefГіnica. Levexitor y yo hemos estado negociando un trato multilateral para derechos sobre libros en Jenithar. Todo perfectamente lГcito, puedo agregar. Levexitor es un ciudadano de alto nivel en su mundo.”
“Los ciudadanos de alto nivel se han escapado antes,” apuntó Hoy.
“Asà es como puede ser,” dijo Rabinowitz. “Mis negocios con él han sido honestos.”
“¿Sólo vende trabajos bajo propiedad intelectual?”
“Principalmente. Me gusta ser mi propia jefa, no una empleada de las Naciones Unidas. Ocasionalmente he mediado algunos negocios para la OLM—”
“Su deber patriótico, por supuesto.”
“Por una comisión—pero la Tierra se ha beneficiado de cada uno de los negocios.”
“¿Asà que no le gustan los piratas literarios?”
“¿Me lo pregunta o me lo está diciendo?”
“Por favor, sГgame la corriente, Srta. Rabinowitz.”
“La respuesta es no. El arte y las ideas son nuestra Гєnica moneda en los mercados interestelares. SerГa capaz de cortar mi propia garganta con tal de socavar eso.”
“Eso suena como una forma muy práctica de patriotismo.”
“Oh, lo siento, debe haber estado buscando a Deborah Rabinowitz, la idealista. Ella vive a unas doce horas de sueГ±o de aquГ. Le dirГ© que usted estuvo por aquГ.”
Hoy rió. Fue una buena risa, cándida. “Usted es divertida, ¿lo sabe? Me place haber viajado hasta acá.”
“Asà que, en eso coincidimos. Mi �patriotismo práctico’ se está acabando y no me estoy divirtiendo en lo absoluto.”
“Entonces iré directo al punto. Tengo razones para creer que su amigo Levexitor está intentando comprar algo de material de dominio mundial a través del mercado negro.”
Rabinowitz se inclinГі hacia adelante. “¿Eso no pondrГa a ese asunto en la jurisdicciГіn de la CPI en lugar de la Interpol?”
“Bien, tras el hecho, sГ. Estamos intentando evitar que llegue tan lejos.”
“Mantenerlo todo en la familia de las Naciones Unidas,” sugirió Rabinowitz.
“Algo asГ,” asintiГі Hoy animadamente. “¿Alguna vez ha tenido usted que negociar con la CPI?”
Rabinowitz hizo una mueca. “Un par de veces.”
“Entonces lo sabe.” Se levantГі de su silla y comenzГі a examinar las estanterГas de libros. “Digo, creo que tuve que leer algunos de estos en la escuela.”
“Detective, ¿Se me considera oficialmente sospechosa?”
Г‰l se dio la vuelta y la mirГі. “Oh, detesto usar la palabra вЂ?sospechosa’ tan pronto en un caso. Le da ideas equivocadas a la gente.” MirГі de nuevo a la estanterГa pensativamente, luego sacГі un libro del lugar donde estaba y lo volviГі a colocar dos tГtulos hacia la derecha. “Disculpe, ese estaba fuera del orden. Eso me irrita mucho. Usted los ordena alfabГ©ticamente, Вїno?”
“Gracias. Siéntase libre de venir a sacudirles el polvo cuando desee. Si no soy una sospechosa—”
“SГіlo digamos que usted es alguien a quien realmente yo querГa conocer, y con quien de verdad querГa hablar. Tampoco estoy decepcionado. Usted es tan hermosa como cautivadora. MГЎs hermosa que en su foto de archivo, inclusive.”
“Mi dГa estГЎ completo. Ahora, si usted—”
“¿Sabe? Algunas personas pueden ser toda una decepción. Piensas que deben ser fascinantes y te aburren hasta llorar. Pero no usted. Usted—”
Rabinowitz se levantó detrás de su escritorio. “Si no tiene más preguntas—”
Hoy se rehusó a captar el mensaje. “Bien, una o dos. ¿Alguien más de la Tierra estaba involucrado en su negocio con Levexitor?”
Rabinowitz se sentó nuevamente. “No. Estuve mediando en representación de la Agencia Adler, pero yo era la única persona representando los intereses humanos en este negocio.”
Hoy asintió con la cabeza. “¿Levexitor mencionó algún otro nombre, contactos humanos?”
“No que yo recuerde.”
“¿Alguna otra negociación en la cual haya estado él trabajando?”
“No, ВїPor quГ© deberГa? No soy su socia. Yo tampoco le contГ© sobre otras negociaciones en las cuales estoy trabajando.”
“Comprendo. Bien, es todo lo que tengo por ahora.” Hoy se levantГі y le sonriГі. “Fue genial conocerla, Srta. Rabinowitz. Un placer diferente. Si recuerda cualquier otra cosa, puede contactarme en la oficina local, justo al cruzar la BahГa.”
Rabinowitz se levantГі de su silla para mostrarle la salida. “Claro, que si usted resulta estar involucrada en la venta en el mercado negro,” continuГі Hoy, “debe estar segura que la llevarГ© a la cГЎrcel durante un largo tiempo. Pero si no es usted a quien estoy buscando, ВїcenarГa usted conmigo alguna vez? DespuГ©s que el caso estГ© solucionado, por supuesto.”
“Lo siento. Yo nunca como,” dijo mientras cerraba la puerta detrás de él.
***
Mientras la puerta se cerraba, ella se volteГі, se desplomГі contra ella, cerrГі sus ojos y suspirГі, “Muy hostigada por este tipo pedante.” Lo prГіximo que supo fue que ella se estaba sacudiendo, al notar que su barbilla tocaba su pecho. Se enderezГі y abriГі sus ojos deliberadamente. Las escaleras que conducГan a su habitaciГіn estaban directamente frente a ella. AdemГЎs de las escaleras, el salГіn se extendГa hacia la cocina en la parte trasera de la casa. Los comentarios de Hoy acerca de cenar habГan elevado el interГ©s de su estГіmago. “Necesito mГЎs dormir,” murmurГі, “pero estГЎn todas esas escaleras.”
CaminГі lentamente hacia la cocina, teniendo la seguridad de que si se movГa muy rГЎpido caerГa y se quedarГa dormida antes del llegar al piso. EncontrГі dos barras almidonadas que probablemente eran panes, puso algГєn relleno inidentificable entre ellas y devorГі este conglomerado antes de que pudiese examinarlo muy de cerca. Desafortunadamente, mientras que esto llenaba su estГіmago, la dejГі con la sensaciГіn de estar demasiado despierta como para dormir. Y habГa una trampa esperГЎndola antes de que pudiera regresar a las escaleras.
Se detuvo al lado de la puerta abierta de la sala de giro. Miró hacia adentro. “Mañana me arrepentiré de esto,” murmuró. “Diablos, me arrepiento esto justamente ahora.” Diciendo esto, entró. “Girando: Jenithar, oficina de Path–Reynik Levexitor.
“Con algo de suerte,” se dijo a sГ misma, “no estarГЎ allГ.”
Se encontrГі en un vestГbulo en el espacio de giro justamente afuera de la oficina de Levexitor. Se topГі con dos grandes puertas de madera, carentes de ornamento alguno. El simple hecho de que ella estuviese allГ significaba que la unidad de giro de Levexitor estaba encendida y que su llegada le habГa sido anunciada.
“Srta. Rabinowitz,” dijo la voz inmaterial de Levexitor. “No era de esperarse que me visitara nuevamente tan pronto.”
“Si le importuno, Mayor, le ruego me disculpe. Puedo regresar en otro momento.”
Hubo una pausa extrañamente larga antes de que él respondiera. “No veo razón por la cual no debiéramos discutir nuestros asuntos ahora. No es como si estuviese ocupado con cualquier otra cosa. Puede entrar.”
Rabinowitz caminГі hacia la puerta virtual que estaba en frente de ella. Esta se deslizГі hacia adentro para permitirle pasar hacia la realidad que Levexitor escogiГі para mostrar a sus visitantes.
Algunas personas eran criaturas elegantes, quienes creaban hГЎbitats virtuales de exГіticos diseГ±os. Los jenitharpios no se encontraban entre estas personas. La oficina de Levexitor se veГa exactamente igual cada vez que ella la visitaba durante los pasados cuatro meses. Las paredes eran marrones con partГculas doradas, mientras que el piso era pulido y gris pizarra. HabГa dos puertas—la puerta por donde ella entrГі y una al otro extremo de la sala—y no habГa ventanas. La luz era difundida desde fuentes no especГficas. La sala era pequeГ±a; alguien asГ de importante en la Tierra hubiese tenido una oficina espaciosa. Era una sala sombrГa y triste, casi como una cueva con muy pocos muebles—pero entonces, el propio Levexitor era escasamente el Sr. Personalidad.
Contra la pared posterior habГa un banco de trabajo de baja altura, donde Chalnas, el asistente de Levexitor, generalmente se paraba. Chalnas era algГєn tipo de empleado que pasaba su tiempo garabateando en una libreta. Rabinowitz no podГa recordarlo pronunciando cinco palabras consecutivas, e inclusive eso era netamente para pedir una aclaratoria sobre algГєn punto. En ese momento, Chalnas no estaba de pie allГ. Era una de esas personas que escasamente se notan cuando estГЎn allГ, pero su ausencia se sentГa extraГ±a.
Al centro de la sala, en su propio escritorio de trabajo, se encontraba Path–Reynik Levexitor. Los jenitharpios eran bГpedos, pero humanoides sГіlo por una definiciГіn liberal del tГ©rmino. Eran cilindros peludos, cubiertos por un plumaje un poco similar al de un marabГє. Sus dos brazos muy largos iban conectados al cuerpo a la altura de lo que debe haber sido la cintura; podГan alcanzar el tope de sus cabezas, ligeramente protuberantes, asГ como las plantas de sus anchos pies con igual facilidad. Sus ojos estaban mejor escondidos que los de un pastor inglГ©s y sus voces parecГan resonar desde todo su cuerpo.
La proyecciГіn de Levexitor en su espacio de giro era muy alta, una cabeza completa mГЎs alta que Rabinowitz. Su marabГє estaba teГ±ido con lavanda, mucho mГЎs elegante que el marrГіn plebeyo de Chalnas. Era tan noble, que escasamente necesitaba moverse.
No habГa sillas en la sala. Rabinowitz estaba de pie, Levexitor estaba de pie, Chalnas—cuando estaba allГ—estaba de pie. El acto de hacerse a sГ mismo deliberadamente mГЎs pequeГ±o al frente de los demГЎs obviamente era indecible en Jenithar. Si Rabinowitz no hubiese sido capaz de sentarse en su silla de extensiГіn en casa, al mismo tiempo que permanecГa “de pie” en el espacio de giro de Levexitor, algunas de sus largas sesiones de negocios no pudieran haber salido tan bien como salieron.
“Bienvenida, Srta. Rabinowitz. No esperaba pararme con usted tan pronto de nuevo.”
“Me disculpo profundamente por mi intromisiГіn, Mayor. Hubo un par de pequeГ±os detalles que faltГі resolver y pensГ© que podrГamos dejarlos descansar de una vez por todas... pero si Chalnas no se encuentra para registrarlos—”
“Es el dГa de descanso de Chalnas, pero puedo recordar bastante bien lo que dijimos. Por favor, continГєe.”
Rabinowitz pasГі los siguientes diez minutos discutiendo definiciones exactas de derechos teatrales submarinos de las tres novelas de Tenger y la duraciГіn exacta de las opciones. Al tiempo que este fue un ejercicio insulso, le dio una excusa legГtima para estar allГ.
Hubo pausas atГpicamente largas en las respuestas de Levexitor, y parecГa mГЎs intranquilo. Obviamente habГa alguna tarea en su espacio real que preocupaba al menos parte de su mente. Cuando Rabinowitz comentГі que preferirГa negociar con asuntos locales y recuperarse, Г©l desestimГі eso sin pensarlo dos veces y prosiguiГі con la discusiГіn.
Cuando entró en materia más profundamente de lo necesario, Rabinowitz dijo, “Mayor, dudo en traer un asunto tan delicado frente a una persona tan alta, pero algo me ha molestado tanto que siento que debo hablar con usted al respecto.”
“Por favor, siéntase libre de hablar abiertamente,” dijo Levexitor.
“Muy bien, Mayor,” dijo Rabinowitz. “He oГdo rumores en la Tierra de que elementos criminales estГЎn intentando contrabandear parte de nuestra literatura hacia mercados recГіnditos. No he escuchado nombres, pero sГіlo nuestros mГЎs bajos hombres recurrirГan a tales actividades.”
“Es curioso que usted deba mencionar tal asunto justamente ahora, Srta. Rabinowitz. Por favor, continúe.”
“SГ© que usted, por supuesto, estГЎ por encima de esas cosas. Sin embargo, como amiga, me preocupaba que usted pudiese ser, involuntariamente, conducido por estos astutos criminales a realizar actos que ciertamente le perjudicarГan. TambiГ©n pienso que usted deberГa saber cГіmo advertirle a sus colegas mГЎs cercanos, algunos de los cuales podrГan sucumbir a esta gran tentaciГіn. Estos criminales, no tienen escrГєpulos, y perjudicarГan a cualquier persona que negocie con ellos.”
“De hecho,” dijo Levexitor. “Puedo entender demasiado bien cГіmo alguien, incluso el mГЎs alto de nosotros, pudiera ser tentado en algГєn momento por esos otros, especialmente si vienen de fuentes altas.” Hubo otra pausa larga. “SГ,” finalmente prosiguiГі, “y tambiГ©n puedo comprender la Гєltima disminuciГіn que usted mencionГі. Para decirlo claramente, Srta. Rabinowitz—”
Levexitor interrumpiГі repentinamente lo que estaba diciendo y se volteГі. Su cabeza se inclinГі hacia atrГЎs y hacia arriba. Luego, emitiendo un pequeГ±o grito, se abalanzГі contra su mesa de trabajo y se quedГі muy, muy quieto.
“¿Mayor? ВїMayor?” La habitaciГіn estaba totalmente en silencio. Nada se movГa, nada hacГa ruido. Rabinowitz mirГі a su alrededor. No habГa nadie en la sala virtual, a excepciГіn de Levexitor y ella. Y Levexitor no se movГa.
Rabinowitz caminГі hacia adelante hasta estar justamente en frente del gran extraterrestre. AlcanzГі a tocarlo. HabГa solidez, era como tocar un ГЎrbol usando gruesos guantes de goma, pero sin mГЎs sensaciГіn que esa. El cuerpo proyectado de Levexitor era tan real como las paredes—y no estaba mГЎs animado que ellas.
CaminГі lentamente por la sala. Sus pasos no hacГan ruido. Levexitor no hacГa ruido. Lo Гєnico que ella escuchГі fue su propio pulso fluyendo por sus orejas y su respiraciГіn, que intentaba regular.
No serГa buena idea gritar o preguntar si alguien mГЎs estaba allГ. En este espacio virtual sГіlo estaba su proyecciГіn y la de Levexitor. Alguien o algo pudo haber ingresado al espacio real de Levexitor y, de hecho, aГєn podrГa estar allГ, pero ella no podГa verlo.
Se debe notificar a alguien. Ella mirГі alrededor de la sala escasamente amoblada para algunos dispositivos de comunicaciones. No parecГa que hubiese alguien. El escritorio de Chalnas estaba vacГo y sin cambio alguno. Algunos controles digitales estaban sobre la mesa de Levexitor, pero Г©l se encontraba extendido sobre ellos y ella no podГa moverlo. Incluso si pudiese, los controles no habrГan sido intuitivos.
El cuerpo de Levexitor se sacudiГі de la mesa, repentinamente. No era un movimiento conscientemente controlado. Mientras Rabinowitz observaba, unas manos no visibles jugaban con el panel de control sobre el escritorio. Entonces, la oficina del alienГgena desapareciГі repentinamente, y ella se encontrГі de vuelta en su propia sala de giro.
CruzГі sus brazos fuertemente, y se sentГі sobre su silla de extensiГіn, temblando como una hoja. Sus dientes realmente castaГ±eaban; no podГa recordar hacer eso desde cuando leyГі “El CorazГіn Delator” por primera vez, a los catorce aГ±os. CerrГі sus ojos e intentГі regular sus repentinos jadeos para respirar.
Lentamente, muy lentamente, retomó el control. Forzó a sus temblorosos labios a decir, “Teléfono: San Francisco, Interpol, detective Hoy.” En unos instantes, el rostro sonriente del detective apareció ante ella.
“QuГ© placentera sorpresa, Srta. Rabinowitz,” dijo. “No creГ que volverГa a hablar con usted tan pronto.”
“No es placentera,” dijo. “Para nada. Tendrá que contactar a las autoridades en Jenithar. Acaba de sucederle algo a Levexitor. Creo que fue asesinado.”
***
“Me siento tan estúpida,” dijo Rabinowitz. “Me llené de pánico como una tonta adolescente. Yo no estaba en peligro. No pudo haberme tocado—”
“Usted estuvo presente cuando la vida de alguien terminГі de forma violenta,” dijo Hoy cГіmodamente desde el otro lado del escritorio parlante. “O al menos, se encontraba telepresente. Creo que no serГa natural que usted no hubiese entrado en shock.”
“Él estaba justo allГ conmigo,” prosiguiГі Rabinowitz. “El asesino. No pude verlo, no pude escucharlo, pude tocarlo. Pero estuvo allГ, sin embargo. Se encontraba en el mundo real y yo en el virtual, pero tenГamos un enlace en comГєn—Levexitor. ВїCree usted que me vio?”
Hoy hizo una pausa. “Bien, pudo haber monitoreado el computador de Levexitor sin encontrarse en el espacio. ¿Su imagen proyectada es igual a la real?”
“Básicamente. Estoy bastante satisfecha con mi imagen.”
“Estoy totalmente de acuerdo con usted.” Dijo Hoy con una amplia sonrisa.
“Gracias, detective. Cada vez que pienso que usted tiene mucha determinación, me decepciona educadamente. Supongo que no importa si él me vio o no. Levexitor dijo mi nombre con suficiente frecuencia. El asesino debe haber estado allà todo ese tiempo. Eso explica las extrañas pausas de Levexitor. Por lo menos esto significa que estoy fuera de la lista de sospechosos.”
“Bien, lamento decepcionarle, pero no. Usted pudo haber asesinado a Levexitor para cubrir sus pistas al saber que yo sospechaba de usted.”
“Usted tiene una mente realmente paranóica.”
“Es mi trabajo. Aunque usted se ha movido más abajo en la lista.”
“Gracias.” Rabinowitz lo mirГі directamente hacia los ojos. “¿QuiГ©n mГЎs estГЎ en ese listado? ВїQuГ© clase de compaГ±Гa estoy llevando?”
“No necesita preocupar su linda cabecita con eso.”
“Si uno de los sospechosos asesinó a Levexitor y sabe quién soy yo, puede intentar silenciarme. Debo protegerme. Sigo siendo un testigo, incluso si no vi nada.”
Hoy estaba pensativo. “Bien, si es culpable, esta no será ninguna gran sorpresa para usted. Jivin Rashtapurdi definitivamente se encuentra en alguna parte del plan.”
“¿El gángster?”
“No, el tendero. Y estamos buscando a otro agente llamado Peter Whitefish. ¿Lo conoce?”
“He hecho algunos negocios con él.”
“¿Y su opinión sobre él?”
“Él representa a sus clientes en el modo que él cree mejor para sus intereses.”
“¿Eso significa?”
“Significa que hay algo como cortesГa profesional. ВїAlguien mГЎs en la lista?”
“También hay algunas cosas que prefiero no decir.”
“Es una lista corta.”
“Las mujeres siempre dicen que lo importante es la calidad, no la cantidad.”
“Sólo lo hacemos por lástima. ¿Algún nombre afuera de la Tierra?”
“No investigo afuera de la Tierra, sГіlo aquГ. Soy de la Interpol, no de la CPI, Вїrecuerda?”
Rabinowitz se puso de pie. “Bien, estuvo bien de su parte el darme una mano durante mi pequeño ataque de pánico—”
“DesearГa realmente haber tomado su mano. Eso pudiera haber sido divertido.”
“—pero de verdad sólo tuve dos horas de sueño durante las cuarenta y dos horas anteriores. Mi alarma de enojo se encenderá dentro de unos siete minutos, y no querrá usted estar cerca cuando eso suceda. Hasta mi alarma pre-menstrual se queda corta en comparación.”
“Entonces intentarГ© atraparla cuando estГ© de un mejor humor. La puerta estГЎ por aquГ, Вїverdad?”
“Está aprendiendo. Es una señal positiva.”
Esta vez, Rabinowitz tuvo seis horas de sueГ±o antes de que un oficial de policГa llamara.
***
“Sólo deseo alquilar un cuerpo,” dijo Rabinowitz de manera gruñona, “no estoy pidiendo un crédito bancario.”
“Hay normas estrictas,” dijo el alienГgena. El jenitharpio no se acobardГі, pero el gesto de su imagen virtual reflejaba vulnerabilidad frente a la burocracia. “Si por error yo le diese una talla corporal equivocada, perderГa mi licencia. Y mi gobierno tiene leyes estrictas que prohГben a los criminales convictos telepresentarse en Jenithar. Por favor, responda todas las preguntas.”
“Su policГa me pidiГі venir. Desean que yo inspeccione la escena de un homicidio.”
“Entonces es mejor que llene el formulario rápidamente.”
“Me alegra no tener que hacer esto cada vez que visito Jenithar,” murmuró Rabinowitz. “Girar es mucho más civilizado.”
Le entregó su registro biográfico estelar estándar al funcionario y se aseguró de que las respuestas que introdujo se encontraban en los campos adecuados. “Nombre completo: Deborah Esther Rabinowitz. Número de identificación: 5981–5523–5514–2769467–171723. Fecha de nacimiento: 17/46/3/22/54 interestelar. Educación: diploma de primer nivel, Universidad de California en Los Ángeles, Estudios Interestelares; diplomas de primer y segundo nivel, Instituto Policultural en Pna’Fath, Estándares Comerciales Galácticos y Dinámicas Interculturales. Progenitores: Daniel Isaac Rabinowitz y Bárbara Samuelson Rabinowitz. Padre aún vive, madre fallecida. Ocupación de sus progenitores: padre, diplomático, nivel plenipotenciario, asignaciones generales; madre, profesora de comparativa de literatura mundial, Universidad de California en Los Ángeles. Hermanos/as: ninguno. Descendientes: ninguno. Ocupación: agente literario. Banco: Banco Mundial Takashiro. Ingresos: ...”
Hizo una pausa. “Presumo que esto se mantiene confidencial.”
“Ah, sГ. Tenemos estrictas normas contra la divulgaciГіn no autorizada.”
Le dio la informaciГіn solicitada, tanto sobre sus finanzas personales como las de sus negocios. Pero se frustrГі cuando siguiГі leyendo el cuestionario. “No soporto eso. Mire esta lista. ВїTiene el sujeto alguna sanciГіn penal?; ВїcuГЎl era la reputaciГіn del individuo en la escuela?, ВїcuГЎles tГtulos tiene el sujeto?, ВїcuГЎles premios he ganado?, ВїcuГЎles son los miembros de mi familia durante dos generaciones hacia adelante y hacia atrГЎs hasta mis primos terceros?, Вїes alguno de ellos un criminal convicto?, ВїquiГ©nes son mis socios de negocios y clientes?, ВїcuГЎles son sus puntuaciones de estatus?... sГіlo sigue y sigue. Pregunta por todo, excepto si mis clientes tienen sexo con sus mascotas. Verifique el listado de ВїQuiГ©n es quiГ©n? de mi padre, si desea saber informaciГіn sobre mis familiares, pero no le suministrarГ© informaciГіn acerca de mis clientes.”
“Debo calcular su rango exacto, asà podré saber la talla de cuerpo que debe usted tener. Esto sólo debe hacerse una vez. Después de eso, su registro siempre estará en el archivo.”
“No esperГ©is la orden de vuestra salida. No me interesa... mire, sГіlo dГ©me cualquier talla de cuerpo que desee. O dГgame que no me atenderГЎ y me irГ© donde uno de sus competidores.”
“Probablemente yo pueda relacionar sus datos con otra información pública para obtener lo que necesito,” dijo el empleado de la tienda de alquileres. Miró fijamente su computador durante varios segundos y luego continuó, “Creo, que posiblemente ya tenga lo suficiente como para analizar su estatura equivalente. Espere un momento mientras le asigno un cuerpo adecuado.”
Rabinowitz esperó durante un rato mucho más largo que un momento. Entonces, el empleado le dijo, “Todo está listo. Prepárese para unirse.”
Sin importar cuГЎntas veces lo haya hecho—y ella lo ha hecho con mГЎs frecuencia que la mayorГa de los humanos—unirse con un cuerpo alienГgena siempre era desorientador. La gente de cada planeta construyГі cuerpos mecГЎnicos de alquiler, tan parecidos a sus propios cuerpos como sea posible, lo cual los hace extraГ±os para cualquier persona cuyo cuerpo sea distinto. Algunas razas tienen mГЎs de dos brazos, y un ser humano sГіlo pudiera dejar algunos de ellos colgando dГ©bilmente; algunos tienen menos brazos, y un ser humano se sentirГa discapacitado. Algunos ven en longitudes de onda incomprensibles para el ser humano, mientras que otros pueden oГr en frecuencias que los humanos no pueden alcanzar.
Los peores de todos, sin embargo, son aquellos que son casi humanoides, como los jenitharpios. TenГan dos brazos y dos piernas, pero sus brazos comenzaban en su cintura, a la mitad de su cuerpo, en una disposiciГіn articulada que de ninguna manera podrГa llamarse “hombros”. Las manos, difГciles de encontrar, estaban demasiado lejos de su cabeza. Se sentГa como si estuviese viviendo adentro de un espejo de feria.
Rabinowitz se encontrГі de pie al lado del empleado, mirГЎndolo. “Le notifiquГ© a la policГa,” le dijo el empleado. “LlegarГЎn dentro de poco para escoltarla. Me indicaron que los espere aquГ.”
“Bien. Prefiero pasar un poco de tiempo a solas con mi nuevo cuerpo, de manera que pueda aprender a utilizarlo.”
“Si lo desea, ahora que ya tenemos su altura en el archivo, podemos prepararle un cuerpo permanente por un pequeГ±o cargo adicional. Un cuerpo estarГa disponible permanentemente para usted y podrГa visitar Jenithar cada vez que lo desee, sin pasar nuevamente por estos inconvenientes.”
“Gracias. TendrГ© eso en mente si me veo obligada a hacer mГЎs negocios por aquГ.”
El empleado se fue, dejГЎndola sola. La habitaciГіn estaba repleta de estantes con cuerpos de alquiler en todos los distintos rangos de altura—muchos eran mГЎs pequeГ±os que el de ella, algunos otros eran considerablemente mГЎs altos. Su cuerpo se sentГa pesado. Muchas razas fabricaban sus cuerpos de visitante con plГЎstico u otros materiales ligeros. Algunos incluso los creaban haciendo crecer tejidos orgГЎnicos. Los jenitharpios elaboraban los suyos con metal rechinante e incГіmodo. Este cuerpo estaba cubierto con un marabГє falso verde-parduzco. Por su tamaГ±o y color, ella aparentaba tener un rango decente.
Rabinowitz cojeГі hasta un ГЎrea despejada cercana al centro de la habitaciГіn, y comenzГі a moverse de un lado a otro. Los movimientos de sus piernas no eran excesivamente malos si daba muchГsimos pasos sГєper cortos, como si estuviese usando un kimono muy estrecho. Los brazos largos y delgados se sentГan inГєtiles y colgantes; parecГan caer como mangueras de hule, y ella prГЎcticamente debГa dislocar sus hombros para moverlos. Eran mГЎs que brazos, tentГЎculos, sin verdaderas articulaciones. “Debes ser una bailarina balinesa para lograr que estas cosas se muevan bien,” murmurГі.
Quince minutos despuГ©s, se sintiГі lo suficientemente cГіmoda como para no avergonzarse en exceso. Afortunadamente, nadie esperaba que un alienГgena en un cuerpo alquilado fuese elegante. Cada raza tenГa sus propios chistes sobre lo torpes que eran los visitantes de otros planetas.
Un par de novatos ingresГі a la habitaciГіn, uno era un tanto mГЎs alto y mГЎs pГЎlido que el otro. No habГa una forma inmediata de determinar sus sexos. “¿Srta. Rabinowitz?” dijo el mГЎs alto, que seguГa siendo mГЎs bajo que ella. “PermГtame presentarme. Soy Feffeti rab Dellor, oficial de tercer nivel. Me siento agradecido de que haya aceptado prestar su asistencia para nuestras investigaciones. Por favor, acompГЎГ±eme, visitaremos la escena del crimen.” Ni siquiera se molestГі en presentarle a su compaГ±ero de menor tamaГ±o.
“Conéctate, MacDuff,” respondió Rabinowitz.
El oficial hizo una pausa. “Disculpe. Eso no lo tradujo bien.”
“No se preocupe. Era una alusiГіn literaria. De todos modos, yo no deberГa estarlas regalando.”
El oficial Dellor y su compaГ±ero condujeron a Rabinowitz por un pasillo repleto de gente hasta un elevador, donde la subieron a un vehГculo grande donde iban otras personas. Descendieron diecisГ©is pisos hasta que Dellor indicГі que habГan llegado a su nivel. Salieron y caminaron entre mГЎs multitudes hacia una parada de transporte pГєblico. La gente les abrГa paso conforme ellos caminaban; posiblemente Dellor tenГa alguna insignia policial que Rabinowitz no podГa reconocer, o quizГЎs las personas respetaban su estatura, que era mayor a la de casi cualquier otra persona a su alrededor.
Al parecer, hasta los funcionarios policiales usaban el transporte pГєblico aquГ. Pidieron el prГіximo taxi en la fila, pasando antes que cualquier otra persona que se encontraba esperando. Dellor le entregГі al conductor, quien era mucho mГЎs bajo, un cГіdigo policial de desactivaciГіn y un destino, y el taxi acelerГі.
La Гєnica experiencia anterior de Rabinowitz en Jenithar fue en el espacio de giro de Levexitor, asГ que sus primeras “vistas” reales, le encantaron. El cielo estaba nublado, e inclusive a pesar de que su cuerpo artificial no podГa diferenciar los rangos normales de temperatura o humedad, el clima se sentГa hГєmedo. El cielo brillaba a pesar de las nubes; Rabinowitz habГa leГdo que el sol de Jenithar era uno del tipo F, ligeramente mГЎs brillante que el de la Tierra. Los filtros de su cuerpo de alquiler limitaban la luz hacia un nivel adecuado, pero hacГan extraГ±os cambios a su manera de percibir la profundidad, ademГЎs, le hacГa ver los colores desteГ±idos y antinaturales.
Esta regiГіn en particular era una ciudad con suficientes rascacielos como para hacer sentir cГіmodo a un habitante de Manhattan, pero ese mismo neoyorquino pudiera gritar de sorpresa por lo limpio que se encontraba todo. Legiones de trabajadores municipales fueron contratadas Гєnicamente para mantener los edificios y calles inmaculadamente pulcros y libres de basura. Rabinowitz pudo haber pensado que esto se derivaba de algГєn sentido de orgullo cГvico, eso si su lectura anterior no le hubiese explicado que era parte de un programa de empleo pleno.
HabГa gente en todos lados, en constante movimiento. Formaban largas filas de peatones a los lados de la calle, en filas ordenadas de acuerdo a sus estaturas, con cada acera dedicada al trГЎfico peatonal de un sentido. HabГa un remolino de colores y formas, pero sorpresivamente, habГa pocos sonidos. Al estar forzados a vivir juntos tan cercanamente, los jenitharpios desarrollaron normas estrictas sobre la invasiГіn de la privacidad ajena con sus propios ruidos.
“Usted es un agente literario, ¿correcto?” preguntó Dellor mientras iban en camino.
“SГ. Jenithar sigue siendo un mercado muy abierto para la literatura de mi mundo.”
“¿Ha hecho negocios con el Mayor Levexitor durante mucho tiempo?”
“Sólo durante los últimos cuatro meses,” respondió Rabinowitz. “Esperaba que fuera el inicio de una larga relación de negocios, pero ahora parece que tendré que hacer otros contactos.”
“Declaró que cuando fue asesinado, usted se encontraba visitando a Levexitor.”
“SГіlo estaba girando. Hubo silencios extraГ±os en nuestra conversaciГіn. Sospecho que alguien mГЎs estaba fГsicamente presente en ese mismo momento, pero esa persona no estaba conectada al espacio de giro, asГ que no se quiГ©n fue.”
“¿Sobre qué estaban conversando cuando sucedió la muerte?”
Rabinowitz dudó. “Negocios,” dijo. “Vine para hablar sobre los derechos teatrales submarinos de los trabajos que estuvimos negociando—”
“No hay necesidad de extenderse,” interrumpiГі Dellor. “No necesito saber los detalles Гntimos sobre los asuntos de negocios del Mayor. ВїConociГі usted bien a Dahb Chalnas?”
“¿El asistente de Levexitor? En realidad, no. Generalmente Г©l estaba en el entorno cuando el Mayor y yo nos reunГamos, pero rara vez hablaba.”
“Sin embargo, él no estuvo allà en ese momento.”
“En el espacio de giro, no. Levexitor me dijo que era su dГa libre.”
El taxi habГa llegado a un lugar distinto de la ciudad, mucho menos concurrido. AquГ los edificios eran mГЎs pequeГ±os y estaban separados uno del otro, y eventualmente su vehГculo llegГі a una parada en frente de una casa de dos plantas, con una pared baja a su alrededor y un jardГn con mini-huerto en el patio frontal. Rabinowitz la mirГі con fascinaciГіn; Levexitor era una de las personas mГЎs importantes en Jenithar, y su casa tenГa menos de dos tercios del tamaГ±o que la de ella. “Todo es relativo,” murmurГі, mientras salГa del taxi con sus escoltas policiales.
Los oficiales la condujeron hacia adentro de la casa, y ella mirГі impactada mientras cruzaba el umbral. El hogar de Levexitor hacГa que la simple miseria se viera respetable. Montones de desechos cubrГan el piso, lo que hacГa difГcil encontrar un camino despejado para caminar, y ella debГa pisar con cuidado sobre pequeГ±os riachuelos de fluido amarillo-verdoso. Las paredes exudaban glГіbulos grasientos de algГєn material viscoso no identificado. Rabinowitz estaba segura de que el hedor la habrГa dejado inconsciente si su cuerpo artificial pudiese transmitir un poco mГЎs los olores, en lugar de emitir una alarma contra humo o quГmicos corrosivos.
“¿QuiГ©n es el decorador?” preguntГі en voz alta. “¿La Oficina Central de Alcantarillado?” Esta casa contrastaba mucho, tanto con la limpieza de las calles de la ciudad, como con la pulcritud del espacio de giro de Levexitor, era difГcil creer que pertenecГan al mismo planeta. Pero sabГa que tambiГ©n muchГsima gente en la Tierra tenГan un espacio de giro muy distinto a sus verdaderos hogares y oficinas.
“Debe haber tenido un equipo muy incompetente,” continuó.
“El Mayor Levexitor vivГa solo aquГ,” agregГі Dellor. “No tenГa personal, ademГЎs de su empleado, Dahb Chalnas.”
“¿Completamente solo? ¿Sin personal? ¿Un hombre tan alto e importante como el Mayor Levexitor?”
“Una de las ventajas de ser tan alto,” dijo el oficial, “es que se lepermite vivir solo.”
Rabinowitz asintiГі pensativa, o al menos lo intentГі; esta acciГіn hizo que su pesado cuerpo metГЎlico se saltara inestablemente. “Supongo. Bien, muГ©streme lo que querГa que viera, para que pueda irme a devolver este cuerpo a la agencia. QuerrГЎn darle un buen baГ±o de ГЎcido antes de que alguien lo use de nuevo.”
Dellor la condujo por varias habitaciones, una más desagradable que la otra, hasta que finalmente se detuvo y dijo, “Aquà es donde el Mayor Levexitor fue asesinado.”
Tanto como Rabinowitz pudo ver, la Гєnica semejanza que esta habitaciГіn tenГa con el espacio de giro de Levexitor era la mesa de trabajo alta con escritorio computarizado, similar a aquГ©l donde se encontraba cuando falleciГі. “Realmente no es nada como lo que vi.”
“No esperaba eso. SГіlo dГganos quГ© vio.”
“El Mayor Levexitor estaba de pie en esta mesa, caminando hacia mГ. Hubo pausas ocasionales; pudo haberse estado saliendo momentГЎneamente del espacio de giro para hablarle a alguien que se encontraba fГsicamente presente. A mitad de nuestra conversaciГіn, mirГі hacia arriba de repente, dio un pequeГ±o grito y se derrumbГі contra la mesa. MirГ© a mi alrededor, pero no pude ver a ninguna otra persona en el espacio de giro. Luego, el cuerpo del Mayor se sacudiГі en posiciГіn vertical—Supongo que el homicida halГі su cuerpo fГsico hacia arriba hasta llegar al set de giro—y vi que los controles estaban siendo manipulados por manos invisibles. Luego, la conexiГіn se interrumpiГі y regresГ© a mi verdadera casa.”
Dellor guardГі silencio durante un momento, y dijo, “Esto confirma nuestra teorГa. Acepte nuestras gracias por su cooperaciГіn. Ahora le llevaremos de regreso a la agencia de alquileres.”
“Espere un minuto. ВїSe trata de esto? ВїCorren con los gastos para traerme aquГ, me hacen pasar por toda la palabrerГa para alquilar este cuerpo y me llevan a esta cloaca infectada para pasar dos minutos mirando una mesa y contГЎndoles la misma historia que contГ© por telГ©fono?”
“Eso es correcto.”
“DГgame, ВїcuГЎl es su teorГa?”
“En realidad, eso no es de su interés.”
“Bien, me estГЎ interesando.” Se parГі al lado del oficial y estirГі su cuerpo hasta su mГЎxima estatura, mirГЎndolo hacia abajo con lo que ella esperaba que fuera helada prepotencia. “Y si usted alguna vez desease ser mГЎs alto, usted tambiГ©n lo harГa de mi interГ©s.”
Dellor hizo una pausa. “Es en realidad muy simple para que se moleste usted con eso. Sólo hay una persona que pudo haber cometido el crimen.”
“DГgame.”
“Sólo pudo haber sido su asistente, Dahb Chalnas. Ya se encuentra detenido, y sólo faltan breves momentos para que confiese.”
“Bien. El mayordomo lo hizo. ¿Cómo llegaron a esta sorprendente revelación?”
“No es difГcil. Chalnas es la Гєnica persona que tenГa acceso a la casa.”
“¿Acaso no pudo el Mayor haberle permitido entrar a alguien más?”
“Al igual que la mayorГa de las personas de su altura, Г©l valoraba demasiado su intimidad. No habrГa permitido la presencia fГsica de otra persona cuando simplemente pudo haberse comunicado con esa persona girando.”
“A no ser que haya algo que no hubiese querido discutir a través de canales,” reflexionó Rabinowitz.
Dellor hizo una pausa. “¿Tiene evidencia de algún asunto tan delicado?”
“No. No tengo evidencia. Pero ¿por qué están tan convencidos de que ha sido Chalnas? Siempre me pareció muy tranquilo, muy sumiso.”
“Srta. Rabinowitz, usted es extranjera en Jenithar. No conoce nuestras maneras. Con frecuencia, personas tan bajas como Chalnas ocultan una venenosa envidia hacia sus superiores. Lo he visto suceder con demasiada frecuencia, una persona asesina a otra más alta que ella sin razón aparente más que la frustración y el resentimiento. Posiblemente sea un comentario triste sobre nuestra civilización, pero es un hecho con el que debemos vivir.”
“¿Con qué cosa lo golpeó?”
“¿Disculpe?”
“Si Chalnas era mucho mГЎs pequeГ±o que Levexitor, sus manos vacГas probablemente no eran lo suficientemente fuertes para matarlo. ВїQuГ© usГі como arma homicida?”
El oficial no era el menos desconcertado. “Pudo fácilmente usar algún objeto pesado en la habitación y después llevárselo para deshacerse del mismo. Como puede ver, es imposible saber si algo se encuentra extraviado. Por favor, créame, sin lugar a dudas, Chalnas es el culpable.”
“Bueno, si están tan seguros... es su problema y su planeta, y no tengo derecho a decirles cómo conducirlo. La próxima vez, sólo hablen conmigo por teléfono en lugar de llevarme por toda la galaxia sólo para hacerme mirar un chiquero.”
***
Rabinowitz se esforzГі mucho en concentrarse cuando regresГі a casa. HabГa un ensayo en tan sГіlo un par de dГas. TenГa escenas que eliminar para Mac y Lady M. ya que ellos discutieron al planificar el destino de Duncan. Pero otras visiones se le interponГan. Cuando no veГa el desastre de la casa de Levexitor, pensaba sobre el tranquilo y servil Chalnas encarcelado por el homicidio de su jefe. El repique del telГ©fono fue, en realidad, una interrupciГіn bendita—especialmente cuando vio el identificador de llamadas antes de aceptar contestar.
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